29 de diciembre de 2010

Los Preludios.- La Traviata - Giuseppe Verdi

Como ya he comentado en otras ocasiones, "La Traviata" es mi opera favorita, obra de una sensibilidad extrema y exquisita en cuanto al mensaje musical que transmite toda la partitura.
Esta obra tiene dos preludios u oberturas. Estos sirven para introducir al oyente en la ambientación general de la obra y generalmente se componen con algunos de los temas principales que escucharemos a lo largo de la representación.
Imaginad por un momento que vais a la Opera provenientes del trabajo, utilizando el transporte publico, o en el automóvil y pasáis un buen rato intentando encontrar aparcamiento. Entráis deprisa en el teatro y cuando os sentáis en la butaca seguís sintiendo el murmullo del resto del publico y empezáis a repasar mentalmente donde habéis dejado las llaves, si habéis apagado el teléfono, etc.
De repente, las luces bajan, y sale el director a presentar a la orquesta. Se inicia la función y comienza a sonar la música.
No será lo mismo ver "El barbero de Sevilla", que "El Oro de Rhin" o "Anna Bolena".
Como ya comentamos, La Traviata, esta inspirada en una obra de Alejandro Dumas, que se titula "La dama de las camelias" en la que se narra el desdichado amor de Marguerite Gaultier, una joven cortesana parisina de mediados del siglo XIX. También se apunta a que fuera el
propio autor quien narrara un amor de juventud y que el protagonista masculino de la obra fuera el propio Dumas.

Bien, nos sentamos en la butaca y comienza a sonar la música.

Los violines llevan la voz cantante con una suave melodía que de repente nos hace olvidarnos de todas esas cuitas que ocupan nuestra mente y nos transportan a un lugar donde parece que la serenidad lo inunda todo, a un lugar en penumbra, un amanecer o un anochecer, con una suave brisa que nos acaricia y que nos conmueve. Un escalofrío nos recorre el cuerpo. Y de repente nuestra mente se queda en blanco, la melodía nos ha atrapado, y nos dejamos llevar al lado de Violetta Valery.

Franco Zefirrelli consiguió dar vida a esta sensación de manera magistral en su versión cinematográfica dandonos un paseo por el Sena al amanecer y seguidamente nos introduce en casa de Violetta Valery en donde varios hombres están recogiendo sus pertenencias.

En el preludio/obertura del primer Acto, escuchamos el tema principal (el famoso leitmotiv que utilizó Richard Wagner hasta la saciedad)... lo escucharemos más al final del Primer Acto cuando Alfredo dialoga fuera de escena con Violeta "Amore palpito, del universo..." y al final de la Primera Escena del Segundo Acto cuando Violetta huye de los brazos de Alfredo "Amami Alfredo, amami quant' io t'amo"...

En este vídeo podemos escuchar a la Orquesta Filarmónica de Berlin dirigida por Carlo Rizzi, con la puesta en escena de Willy Decker durante las representaciones del Festival de Salzburgo en 2005.


En esta producción el regidor da una gran importancia al tiempo, por ello, durante toda la representación aparece un reloj en escena que le recuerda constantemente a Violetta el poco tiempo que le queda.

En el Tercer Acto, Violetta cae enferma de gravedad después de haber sido insultada en público por Alfredo, quien no acepta su generosidad y le echa en cara que halla perdido todo su patrimonio por mantenerle alejado de la vida ociosa de París.

El preludio se inicia con los mismos compases que en el Primer Acto, volvemos a la atmósfera de la casa de Violetta, después de haber terminado el Segundo Acto, en casa de su amiga Flora Bervoix. Pasamos de una gran escena con un gran volumen musical, a una casa en penumbra, y solitaria, donde sólo se encuentran Anna (la sirvienta) y Violetta. La música nos devuelve a ese lugar solitario, nos envuelve y nos transmite la fragilidad de la protagonista. La melodía, según va desarrollandose, se vuelve más dramática, nos indica que Violetta está mal, que está desesperanzada, y que sólo espera el final. Sólo hay un atisbo de esperanza cuando aparece un pequeño fragmento que posteriormente aparecerá, en el diálogo con el Doctor Grenville, refiriéndose a la religión:
"Soffre il mio corpo, ma tranquilla ho l'alma.
Mi confortò iersera un pio ministro.
Religione è sollievo à soffrenti."

"Mi cuerpo sufre, pero mi alma está serena.
Ayer tarde me consoló un sacerdote.
La religión alivia los sufrimientos"
El siguiente vídeo pertenece a la misma producción, donde se puede apreciar la diferencia entre los dos preludios.



Es curioso, que Giuseppe Verdi, agnóstico confeso, atribuyera ese carácter "redentor" a la religión. Seguramente tuvo que ver todo el tiempo que pasó durante su juventud en contacto directo con la liturgia eucarística durante su aprendizaje como organista en su Busetto natal.


14 de noviembre de 2010

Shirley Verret: Dalila, Lady Macbeth, Isolda, Azucena, ...

Si hace apenas un mes, Dame Joan Sutherland falleció en su casa de Suiza, como consecuencia de las secuelas de una caida, esta semana se fue otra grande: Shirley Verrett.

Shirley Verrett fue una de las grandes mezzo sopranos del siglo XX. Algunas de sus interpretaciones han quedado como referencia dada la enorme calidad de algunos de los personajes que representó en todos los grandes teatros. Fue una cantante "todo-terreno". Cantó papeles dramáticos de Mozart, Rossini, Donizetti, Bellini, Berlioz, Purcell, Verdi, entre otros e hizo incursión en Wagner, interpretando su Isolda (1977)




Cantó la Dalila de Camille Saint-Saens, como nadie, y pobre del Sansón que tuviera cerca, porque le seducía en cuanto declamaba su "Mon coeur s'ouvre a tua vois" con esa voz tan carnosa, profunda y sensual, ese punto de oscuridad que la hacía tan irresistible al Sansón de turno.



Su voz era muy potente, su dicción muy clara tratándose de una cantante norteamericana, y su bis dramática muy lograda.

A pesar de ser una mezzo, cantó varios papeles de soprano, destancando en algunos de ellos como Lady Macbeth, en la famosa producción de La Scala de Milán, junto a Piero Capuccilli, bajo la dirección de Claudio Abbado en 1975




Os dejo con el dúo final de "Il trovatore" entre Azucena y Manrico, con ella y Luciano Pavarotti



13 de octubre de 2010

Dame Joan Sutherland - "E strano.. Ah forse lui... Sempre Libera" .- Giuseppe Verdi - La Traviata


Recuerdo que hace algunos años, tendría 12 o 13 años (y acabo de hacer 39), salió a la venta una enciclopedia de música clásica que en cada fascículo incluía una cinta a cassette con fragmentos de las obras de los autores que aparecían en la enciclopedia.

La entrega número 3 correspondía a Giuseppe Verdi, y dentro de las obras que se incluían en la grabación (que todavía conservo como oro en paño) se encontraba esta página de La Traviata. En aquel entonces yo era un neófito en esto de la Ópera... pero la primera vez que escuché esta obra algo pasó. El primer fragmento era el preludio, una música delicada, e intimista, una melodía dulce y vaporosa, como de un atardecer de invierno tras los cristales de una "bow window" mirando una hermosa vista.

De repente, el siguiente fragmento: el aria de Violetta del final del primer acto de "La Traviata", y aquella mujer a la cual casi no la entendía lo que decía, pero cuya voz aguda despertó mi interés.
Jamás anteriormente había escuchado esta página. Sólo reconocía el famoso brindis, pero poco más. Escuché entero el fragmento y a medida que la música iba sonando, con esa voz tan peculiar, mis oídos iban incrementado su excitación, hasta que llegó el climax de la cabaletta con ese sobre agudo final sostenido durante tanto tiempo.
Desde entonces La traviata fue mi ópera favorita.
Después leí que la intérprete se llamaba Joan Sutherland, y a mí ese nombre no me sonaba de nada, puesto que mi cultura operística alcanzaba a los nombres más cercanos: Plácido Domingo, Monserrat Caballé, José Carreras, Alfredo Kraus, Teresa Berganza... y poco más.

Con el tiempo, fui aumentando mi aprendizaje y conocimiento sobre le mundo de la ópera, y descubrí que esta mujer era una gran intérprete, que había abordado papeles casi olvidados. Empecé a adquirir grabaciones de ella, y descubrí completamente fascinado su Semiramide, su Anna Bolena, su Doña Anna, su Norma, su Lucrezia, etc.

El lunes nos privó de se presencia, pero nos ha dejado un legado musical incalculable gracias a las numerosas grabaciones discográficas y videográficas de su obra, con lo que, al igual que otros grandes de las escena como su querido Luciano Pavarotti, con quien cantó en multitud de ocasiones, siempre podremos recordarla escuchando su prodigiosa voz allá donde queramos.

21 de junio de 2010

Arias.-"D'amor sull ali rose" - "Il Trovatore" - Giuseppe Verdi

Siguiendo con el tema sobre las Arias de amor, encontramos esta página escrita por Giuseppe Verdi para su opera " Il Trovatore". Esta obra se enmarca dentro del grupo de sus tres obras mas populares que son : Rigoletto, Il trovatore y La Traviata.En estas tres operas Verdi consigue aportar un nuevo elemento al conjunto musical y es la caracterización psicológica de los personajes. Con ello inicia un camino que le dará muy buenos resultados en posteriores obras y será "imitado" por otros compositores, evolucionando paulatinamente a un estilo que será el "verismo", en el que la acción dramática deberá estar complementada con un acompañamiento musical que recalque esta circunstancia.
Volviendo a la página que nos ocupa, hemos de decir que es toda una gran escena para la protagonista femenina, Leonora, que requiere una soprano dramática y "spinto", lo que quiere decir que además de ser capaz de darle un tinte dramatico al personaje tiene que ser capaz de interpretar fragmentos que requieren cierto grado de agilidad técnica sin tener que llegar a la coloratura de obras anteriores.
La escena inicia el tercer acto de la opera. Manrico ha sido hecho prisionero por el Conde de Luna. Ambos se disputan el amor de Leonora pero esta prefiere a Manrico. En un alarde de soberbia el Conde rapta a Leonora cuando va a ingresar en un convento y Manrico aparece desvelando su identidad. El enfrentamiento entre los dos hombres acaba con el pobre Manrico prisionero y condenado a muerte.
Es al inicio del Tercer Acto cuando Leonora acompañada por un guía se acerca al castillo del Conde para intentar ver a su amado.La escena la inician un oboe y un fagot que nos intentan describir la atmósfera nocturna y el entorno en que se desarrolla la página. Leonora se describe valiente ante la aventura en la que se ha envuelto movida por su amor hacia Manrico.En el aria evoca la emoción que le producía el saber que Manrico le correspondía y nos describe sus sensaciones.Como comentábamos anteriormente se trata de una gran escena y no termina aquí. El coro hace su entrada desde fuera de la escena, cantando el "Miserere al alma gia vicina" a modo de oración ante la inminente ejecución de Manrico. Escuchamos a Manrico desde fuera de escena despidiendose de Leonora.
Leonora a su vez le contesta diciéndole que no va a olvidarle. A continuación nos queda la cabaletta que acompañaba a toda buena aria, y que en esta ocasión Verdi no iba a escatimar."Tu vedrai que amore in terra" inicia la cabaletta en la que Leonora promete a su amado que jamás le abandonara y que aunque le cueste la vida, le va a salvar, y sino se irá con el a la tumba.
En esta gran escena descubrimos un Verdi muy sensible. La música nos expresa una ternura más humana y más realista de lo que nos tenía acostumbrados hasta el momento el bel canto, donde la transmisión de las autenticas emociones quedaban relegadas a un segundo plano por el protagonismo totalmente superficial de la capacidad canora del ejecutante.
En obras posteriores Verdi evolucionara este estilo a cotas mucho más elevadas y nos brindará páginas de mucha mas calidad con una estructura similar.
Intérpretes destacadas del personaje volvemos a tener a Maria Callas quien interpretó el papel en varias ocasiones y lo grabo bajo la dirección de un jovencísimo Herbert von Karajan, convirtiéndose en uno de los mejores registros de la obra.
Coetánea de la Callas, encontramos a Renata Tebaldi, quien nos da una visión muy diferente, algo más fría y distante, quizá.
Leontyne Price también nos brinda una gran lectura del personaje y en particular de este fragmento, debido a la calidez, oscuridad y dramatismo de su voz, brindandonos la posibilidad de disfrutar del efecto que Verdi quería transmitir.
Monserrat Caballé nos brinda una excepcional interpretación de este personaje en el Festival de Orange en 1972, debido a la utilización de sus famosos pianissimi en los agudos. El hilo de voz que sale de sus cuerdas vocales, convierten el aria en una pieza delicada e íntima.

15 de junio de 2010

Arias.- "D amore al dolce impero" - "Armida" - Gioachino Rossini


"Armida y Rinaldo"
Giovanni Battista Tiepolo (1753)

Rossini tenía la extraordinaria habilidad para crear melodías de una gran vivacidad. Algunas de las arias que escribió para los protagonistas de sus obras requieren de una agilidad excepcional a la hora de desarrollar toda la música escrita por él.Muchas de sus obras son más conocidas por una pieza en concreto. En el caso que vamos a comentar volvió a ser María Callas quien contribuyó al rescate en el olvido de esta ópera. La primera vez que la interpretó fue en el Teatro Comunale de Florencia en 1952. Posteriormente la página de la que hablamos en este artículo la incluyó en algunos de sus conciertos y recitales, puesto que le permitía mostrar todo su poderío canoro.

Hoy vamos a hablar sobre la Ópera "Armida". La historia de esta mujer ha generado multitud de obras, llegando al centenar, y autores como Gluck, Haydn y Haendel entre otros, y antes que Gioacchino Rossini, y posteriormente Dvorák han compuesto obras inspiradas en la historia de esta mujer.

Armida era una sacerdotisa que una vez conquistaba a un hombre, lo encerraba como prisionero en una isla. El origen de esta historia la encontramos en el poema de Torquato Tasso "Jerusalem Liberata" que se desarrolla durante la Primera Cruzada, alrededor del siglo XI.
Rossini en esta obra nos enseña lo que el barroco tardío desarrolla, añadiendo recitativos (monólogos, diálogos) acompañados por la orquesta, desapareciendo casi por completo el clavecín (instrumento antecesor del piano moderno) que venía cumpliendo con esta tarea. Con esta modificación, la continuidad musical estaba asegurada, y ya Mozart había empezado a utilizar este estilo en sus últimas obras.
Este aria "D'amore al dolce impero" es una especie de "divertimento" en el que la protagonista se regodea explicando a la audiencia qué es lo que piensa sobre el enamoramiento.
A modo de "rondó", una forma musical más alegre y desenfadada que un aria tradicional, la protagonista nos expresa la alegría de un corazón al saberse enamorada. Musicalmente es una pieza tremendamente exigente y requiere una solista con un gran dominio del estilo rossiniano.
La página comienza con una introducción de la orquesta, seguida de la presentación del tema por parte de los intrumentos de viento (un clarinete y una flauta) dando la entrada de la protagonista presentándonos el tema principal "D'amore al dolce impero".
Remarcado por un "tutti" de la orquesta "di esmalto ha il core in peto" comienza una serie de escalas ascendentes y descendentes repletas de trémolos y tresillos, muy característicos de Rossini.
Seguidamente el coro, inicia la transición a la primera variación "Gli augei tra fronde e fronde", en el que continua con las series de escalas ascendentes y descendentes y vuelve a terminar con otra serie de "tutti" de la orquesta como en la primera parte.

El coro nos vuelve a crear una transición, hacia la tercera parte "La fresca etá sen fugge", un tanto más relajada que la anterior, pero con un juego de escalas similar, como queriendo dar un respiro a la solista, antes de acometer el gran final.

Como en las anteriores transiciones el coro, acompañado por la orquesta creando un concertante, da paso al final del aria... "Ah!, si godete amanti", donde la cantante elabora una melodía casi elegíaca, embriagadora y fuera de sí, dando rienda suelta a toda su capacidad.
Esta forma musical, el "rondó", fue muy utilizada por Rossini, creando verdaderas maravillas virtuosisticas, como por ejemplo, en su Introducción, tema y variaciones, la cual se parece mucho a un aria escrita por él para otra ópera, y que comentaremos en otra ocasión.
Siguiendo con "Armida", hay que decir a modo de resumen, que se estrenó en el Teatro San Carlo de Nápoles en 1817 y que su primera intérprete fue Isabel Colbrán, mujer con la que años más tarde Rossini contarería matrimonio.
Isabel Colbrán, nació en Madrid y fue la musa que inspiró a Rossini ¡10 obras!
Es una de las denominadas "Óperas serias" de Rossini, y contiene un ballet, que sigue al aria que estamos comentando.
Entre las cantantes más destacadas que han interpretado esta página, aparte de la mencionada María Callas, que dado lo particular de su timbre, le da un tinte más dramático del que realmente debe tener.

Monserrat Caballé la grabó en un disco de rarezas (denominadas así a comienzos de los años 70 cuanto estas obras poco representados empezaban a revitalizarse). En esta grabación, el director, Anton Guadagno, prima la velocidad en la interpretación, y nos deja un cierto sabor a ejercicio de entrenamiento musical más que a una auténtica interpretación.

Renné Fleming la convirtió en su caballo de batalla después de debutar con esta obra y grabarla completa, en el Festival de Pésaro de 1993. Gracias a esta intérprete tenemos una visión actual completa del personaje, y consigue una muy buena caracterización del mismo.

Otras intérpretes han sido: Cecilia Gasdia, Renata Scotto, Cristina Deutkamon, June Anderson, Katia Ricciarelli, Nelly Miricioiu

Así mismo, hemos de recordar que en la época en que se compuso la ópera, Rossini escribió muchos de sus personajes para mezzo-sopranos o contraltos, y que la primera intérprete, la mencionada Isabel Colbrán, inició su carrera en esta tesitura, evolucionando posteriormente hacia una soprano dramática de coloratura. Es por ello que en la actualidad, contamos con interpretaciones por parte de cantantes de esta tesitura, como por ejemplo Jeniffer Larmore y más recientemente, Joyce DiDonato

7 de mayo de 2010

El Baile en la ópera (que no ballet)

¿Quién dijo que la ópera no se baila?
En algunas obras se incorporaró escenas de ballet por imperativo de los teatros en los que se representaban las obras, principalmente en la Ópera de París, era un requisito imprescindible para que un compositor, pudiera ver incluida su obra dentro de la programación.

Leyendo artículos de otros blogs, he encontrado esta producción de El holandés errante que se ha representado en el Real este año, y que en el enlace podemos ver en la representación del Gran Teatro del Liceu en la temporada 2006-07.

Si Wagner levantara la cabeza, ¡lo mismo hasta le gustaba!
Teniendo en cuenta que él fue quien introdujo cambios con la estricta estructura organizativa que exigía la Ópera de París, posiblemente esta visión hasta le divirtiera.

7 de marzo de 2010

Arias - "Partir, oh ciel" - Il viaggio a Reims - Gioachino Rossini

Dentro del apartado de arias, vamos a cambiar de tercio y a regalarnos el oído con una pieza, entre muchas otras, que merece la pena escuchar para pasar un buen rato.
Es bien conocido que Gioachino Rossini fue el gran renovador de la ópera italiana del siglo XIX. Sus primeras obras estaban muy estructuradas siguiendo las normas que regían en la ópera del neoclasicismo europeo, en el que los temas mitológicos y las grandes pasiones amorosas eran la tónica habitual en los argumentos.

Rossini estuvo casado con la española Isabel Colbrán, y para ella escribió bastantes papeles protagonistas. Por desgracia, se retiró pronto, a los 39 años, de la ocupación que le llevó a la fama, después de componer el "Guillermo Tell", ya que consideró que nunca volvería a escribir una obra mejor que esa, y prefirió retirarse de la palestra antes de caer en desgracia, después de la enorme calidad de sus óperas.

Fue muy amigo de la Reina Isabel II de Borbón, gran aficionada a la ópera, y según dicen, fue quien animó a la soberana para que en Madrid se construyera el primer gran teatro de ópera, ya que por entonces (hacia 1850) en la capital de España no existía un teatro específico para esta disciplina artística.

Rossini tenía un grandísimo sentido del humor, y valiéndose de él, escribió las mejores Operas cómicas (o buffas) de la historia de la música. Las más célebre es "Il barbiere di Siviglia".

Hoy vamos a hablar de "Il viaggio a Reims". Es una ópera de "refritos" ya que el autor utilizó en varias ocasiones muchas de las páginas que había escrito para otras óperas, para aumentar el volúmen y la rapidez de la creación de tales páginas, puesto que los teatros no paraban de hacerle encargos.

Esta ópera está ambientada durante la coronación del Rey Carlos X , y se sitúa en un balnerario en el que están alojados los protagonistas, por una interrupción en el viaje hacia Reims, ciudad en cuya catedral se coronaban a los reyes de Francia.

El fragmento que propongo es todo un paradigma del absurdo. La condesa de Folleville, gran apasionada de la moda, está desolada porque no tiene la ropa apropiada para asistir a la coronación del Rey. Y de ello hace toda una "tragedia", aderezada con una frenética cabaletta en la que renueva su adoración por la modista, cuando ésta le entrega el vestuario a tiempo.

En esta versión del Teatro del Liceu de Barcelona, Mariola Cantarero hace una auténtica interpretación irónica del aria de inicio.

Una de las representaciones más famosas de esta ópera tuvo lugar en el Festival de Pesaro de 1984 (repuesta en el año 1992) y posteriormente llevada a la Opera de Viena, en la que Claudio Abbado consiguió reunir un elenco sin igual- Monserrat Caballé, en sus memorias, recuerda las representaciones de esta ópera con un sin fin de anécdotas y de bromas que se hacían entre sí los cantantes durante la representación de la misma, aumentando la bis cómica de la obra.
En el papel de la condesa de Flolleville cantaba la soprano Lela Cuberli en el año 1984, y Luciana Serra en el mismo papel en el año 1994 en la Ópera de Berlin, con el mismo director.

En abril de 2009, esta misma producción de Luca Ronconi se repuso en el Teatro alla Scala de Milán, con la soprano Annick Massis en el mismo papel.

¡A divertirse!

15 de febrero de 2010

Arias: “Dies Bilnist ist bezaubernd schön" - “Die Zauberflöte”- Wolfgang Amadeus Mozart.

El 14 de febrero se celebra el día de San Valentín. La tradición cuenta que San Valentín era un sacerdote cristiano en la época del Imperio Romano en la que todavía no estaba reconocido el Cristianismo. Según parece su popularidad adquirió tal grado que el Emperador Claudio II quiso conocerle y le llamó a su presencia, oportunidad que Valentín aprovechó para hablarle de su fe, e intentar convertirle.
Al principio el Emperador quedó fascinado por esa nueva religión que sus tropas perseguían, pero como en todo, siempre hay una mente maliciosa que confunde a las mentes débiles, y en este caso fue el Gobernador de Roma quien convenció al Emperador para que no accediera a las peticiones del sacerdote, con lo que San Valentín cayó en desgracia, y fue condenado.
Al ejecutarse la sentencia su verdugo se burló de la religión cristiana y le pidió que le devolviera la vista a su hija ciega de nacimiento, y el milagro se obró, con lo que el propio verdugo y su familia intercedieron para que no se ejecutara la sentencia de muerte. El Emperador no tuvo piedad, y San Valentín fue ejecutado el 14 de febrero.

La Ópera ha sido un enorme caldo de cultivo para la expresión de los sentimientos, y qué mejor sentimiento humano que el amor. Toda la historia de la Ópera está jalonada de declaraciones amorosas, y durante el período pre-romántico y romántico (finales del siglo XVIII, XIX y incluso comienzos del XX), las obras eran auténticas historias de amor. Algunos autores (sobre todos los más cercanos al mediterráneo) concebían sus obras con tremendas tramas de amores imposibles similar a lo que hoy en día se conoce como “culebrón”.
En cambio, en el centro de Europa, principalmente en el Imperio Austro húngaro, en el que el nivel intelectual y filosófico es algo más elevado que en la cuenca del mediterráneo, las obras románticas expresaban las relaciones amorosas de una manera más filosófica, utilizando un lenguaje más alegórico y complejo.

Todos, absolutamente todos los compositores, han escrito una escena de declaración de amor.

En este apartado he seleccionado una delicada aria compuesta por Wolfgang Amadeus Mozart para “Die Zauberflöte”, ópera de la que ya hemos hablado anteriormente.
Este aria se presenta al poco de comenzar la obra, recibiendo también la denominación de aria de entrada. Las arias de entrada se ejecutan cuando alguno de los personajes protagonistas entran en escena, y normalmente son piezas muy elaboradas, y contienen algunas pistas sobre la trama de la historia que vamos a presenciar.

La trama llevará a Tamino a conquistar a Pamina, hija de la malvada Reina de la Noche. Aquí, Tamino, delante de un pequeño retrato de su enamorada Pamina, expresa sus sentimientos hacia ella, con una bellísima aria, instrumentada de manera delicada. Es una pequeña “pieza de porcelana”, muy exigente para todo aquel tenor que se atreva con este papel.

El libretista consigue transmitirnos el auténtico sentimiento que Tamino siente por Pamina, y para ayudarle, Mozart crea un acompañamiento musical, tan delicado, que nos llega con una límpida claridad, no necesitando demasiadas explicaciones para entender el mensaje.


En el siguiente enlace podremos escuchar a Piotr Beczala en esta pieza.

TAMINO
(blickt das Bildnis an)
Dies Bildnis ist bezaubernd schön,
Wie noch kein Auge je gesehn!
Ich fühl es, wie dies Götterbild
Mein Herz mit neuer Regung füllt.
Dies Etwas kann ich zwar
nicht nennen,
Doch fühl' ich's hier
wie Feuer brennen.
Soll die Empfindung Liebe sein?
Ja, ja die Liebe ist's allein.
O wenn ich sie nur finden könnte!
O wenn sie doch schon
vor mir stände!
Ich würde, würde, warm und rein,
Was würde ich?
Ich würde sie voll Entzücken
An diesen heißen Busen drücken,
Und ewig wäre sie dann mein!

TAMINO
(observando el retrato)
¡Este retrato es
encantadoramente bello,
ningún ojo ha visto otro igual!
Siento cómo esta imagen divina
llena mi corazón de emoción.
Es verdad que soy incapaz
de darle nombre,
pero la siento arder en mi corazón.
¿Será amor esta sensación?
¡Sí, sí! ¡Es únicamente amor!
¡Oh, si pudiera encontrarla!
¡Oh, si ella estuviese ya ante mí!
Yo.... yo...,
de un modo cálido y puro...
¿Qué haría yo... ?
La estrecharía con delicia
contra este pecho ardiente
y entonces sería mía para siempre.


31 de enero de 2010

Escenas de Locura (III) .- "Il dolce sono" - Lucia di Lammermoor - Gaetano Donizetti.

Después de sobrevivir a las locura consumista de las fiestas navideñas, vamos a comentar la que los expertos denominan como la mejor escena de locura de la historia de la Ópera.

Lo tiene todo. Una prolongada aria de entrada de la protagonista, un interludio para darle un respiro a la soprano antes de acomentar una cabaletta escrita fundamentalmente para el exclusivo lucimiento de la cantante.

El autor de esta maravilla fue uno de los más importantes compositores de la Ópera italiana del siglo XIX: Gaetano Donizetti. Un joven apuesto y de ideales románticos, con un enorme talento musical, que le propició la admiración de media Europa.

Basándose en la obra de Sir Walter Scott, titulada "La novia de Lammermoor", Donizetti compuso una obra maestra que desde su estreno triunfó por todo el mundo.
Ha sido el vehículo perfecto de toda soprano coloratura y belcantista, además del caballo de batalla de todas aquéllas que han querido imitar a sus antecesoras en el papel, y que elevaron el registro a cotas inimaginables.
Algunas sopranos perdieron la voz por este hecho, y sus prodigiosas carreras jalonadas de éxitos en papeles menos exigentes y más adecuados para sus capacidades, se vieron prematuramente acabadas al intentar abarcar este o similares personajes de exigencias parecidas.

María Callas fue la gran renovadora de este personaje (al igual que otros muchos), siendo un papel muy demandado en los teatros del mundo durante la posguerra. La Callas le imprimió una pátina de misterio y dramatismo que hasta entonces no tenía, elevando a las alturas la categoría del mismo. Se considera como histórica y memorable la representación de esta obra en la Ópera Estatal de Viena en 1955, junto a un jovencísimo Herbert von Karajan.

Antecesoras a ella tenemos a Rosa Ponselle, Elvira de Hidalgo (profesora de María Callas), etc.

La historia nos cuenta las desventuras de Lucía, una joven enamorada de un apuesto hombre, que es obligada a casarse por conveniencia de su hermano, con un hombre mayor que él (Lord Arturo), al que no ama, dado de que Edgardo, el amante de Lucia tiene que irse a la guerra.

La acción transcurre durante el tercer acto. En escena se encuentran los invitados de la boda que se ha celebrado anteriormente entre la protagonista, Lucía, y Lord Arturo. El acto comienza con un alegre coro evocando el ambiente festivo donde todos los invitados están celebrando los esponsales mientras los recién casado se dedican a consumar su unión.

El baile se ve interrumpido por Raimondo con un semblante muy preocupado y algo asustado, mientras narra a los invitados los hechos que acaba de presenciar: Ha viso como Lucía ha asesinado a Lord Arturo, y les avisa de que se dirige hacia la sala completamente enloquecida y bañada en sangre.

Lucía entra en la sala, y todos los invitados se estremecen al verla en ese estado. Inmediatamente, comienza una melodía introductoria en donde una flauta solista, acompaña a la protagonista en la narración de su historia. Lucía está ensimismada evocando el sonido de la voz de Edgardo, su verdadero amor. Edgardo no está en la sala. Durante la narración de su locura la protagonista parece creer que ha huído de sus enemigos y se entrega a él. En un momento cree ver el fantasma de Lord Arturo, y le avisa, a Edgardo, de que es él quien los separa. A continuación, Lucía cree escuchar la marcha nupcial que les acompaña al altar, y confunde a su padre, con Edgardo, mostrándose exultante.

"Oh giogia que si sente e no si dice", es el punto de inflexión del aria, en el que la protagonista deja a un lado sus temores y empieza a narrar ("Ardon gli incensi")los fingidos esponsales entre ella y Edgardo. Describe como está preparada la ceremonia, haciendo mención al incienso que arde,al sacerdote que les está esperando e incluso se dirige a Edgardo, pidiéndole su mano diestra para acompañarla al altar, y declarando que por fin son el uno para el otro ("Al fin son tua, al fin sei mio").

Durante esta narración, los invitados siguen expectantes y asustados ante lo que están presenciando. Al final del aria, se establece un diálogo entre la soprano y la flauta solista, ejecutando infinidad de escalas y coloraturas preciosistas a cual más espectacular. Es en este punto donde más libertad tienen la sopranos para dar a conocer sus posibilidades, alargando el aria, más allá de lo escrito por el autor, e incluso añadiendo nuevas aportaciones, para engrandecer las capacidades de la solista.

A continuación, tanto Raimondo como Normanno y Enrique, comienzan un enfrentamiento dialéctico, mientras que Lucía sigue narrando su historia creyendo que se encuentra ante Edgardo pidiéndole perdon porque se ha casado con Lord Arturo, por mandato de su hermano, y lamentándose de que ha sido la víctima de un ser vil.

Seguidamente empieza la cabaletta, en la que Lucía le pide a Edgardo, que guarde su recuerdo cuando ella mura. La agilidad de esta pieza requiere un sobre esfuerzo para la soprano, después de haber cantado durante casi 2 horas. Es la pieza que cierra la intervención de la solista en la obra, y como tal ha de ser espectacular.

La mayoría de las arias catalogadas como "escenas de locura", representa el final de la aportación del solista en la obra. En algunas ocasiones coincide con el final de la Ópera, y en otras, se sitúan al final de un Acto.

Donizetti consigue ponernos el corazon en un puño al escuchar la narración de Lucía, y además con este "mini-concierto-recital" para soprano, consigue elevar a categoría de obra maestra toda la Ópera completa.

Entre las intérpretes más destacadas, ya hemos comentado que María Callas fue la gran renovadora del personaje. Después de ella, otras intérpretes como Joan Sutherland, Beverly Sills, Mado Robin, Renata Scotto... añadieron virtuosismo vocal a la gran dramatización de Callas, sin la cual no tendría sentido hoy en día.

Heredera de estas cantantes, encontramos a Edita Gruberova, que ha paseado el personaje por los teatros más importantes. Aquí tenemos los tres enlaces para ver la escena completa, en una representación de la Ópera de Viena en 1982.

Parte 1 - Introducción
Parte 2 - Aria
Parte 3 - Cabaletta