14 de febrero de 2013

Renovarse o morir (Renewed or die)


Una vez más, el trabajo bien hecho, da un buen resultado.
The New York Metropolitan Opera House está desarrollando un programa de nuevas producciones para revitalizar el repertorio y atraer a más público. Una de las medidas es la de transmitir algunas de las representaciones durante su temporada a través de su página web o en salas de cine de todo el mundo, lo que redunda en una mayor divulgación más allá de los propios muros del teatro, consiguiendo multiplicar por varias veces el aforo de su propia sala.
Los aficionados nos hemos visto gratamente recompensados con esta opción, ya que muy pocos se pueden permitir el lujo de acudir al teatro, sobre todo si estamos al otro lado del Atlántico.
Lo que realmente me llama la atención es que obras de “repertorio” se han visto renovadas con nuevas puestas en escena. Ha habido críticas de todo tipo con referencia a estas “renovaciones”, pero el resultado es obvio: Hay más público.
Con la gran apuesta que supuso la nueva versión de El anillo del Nibelungo, y las posibilidades escénicas que ha permitido la famosa “máquina”, en el que se han implementado las nuevas técnicas multimedia, podemos considerar que ha dado un gran paso adelante.
Hace unas semanas vi el documental que se ha realizado sobre el “making off” en el que hablan casi todos los protagonistas… y también las opiniones de los espectadores. Hay de todo, como en botica.
El concepto es bueno, ya que trata de simplificar la escenografía a un elemento móvil que sirve de vehículo para ambientar la obra, y a través de las distintas configuraciones junto con las proyecciones multimedia de gran calidad, han conseguido un resultado muy interesante.
Con "Le Comte Ory" ocurrió algo similar. Una puesta en escena no demasiado recargada, totalmente articulada con elementos móviles que entran, salen, suben o bajan, y se consigue el cambio de escena de una manera totalmente natural, sin romper la dinámica.
Recientemente he visto la nueva producción de María Stuarda, y he de decir que una vez más, me ha sorpendido la cantidad de cosas que se pueden llegar a conseguir con una puesta en escena sencilla y no demasiado ostentosa.
Empezando por el telón, en el que aparecen el dragón y el león peleándose. El primer acto, con ese artesonado en madera iluminado con tonos rojos, ese bosque en el que se Isabel y María se insultan mutuamente, tan tenebroso, tan sobrio. Y en el segundo Acto, el lujo del vestuario de Isabel llena todo el escenario. Solo necesitan una gran mesa y una mesa para completar la escena.
El dramatismo conseguido en la escena finarl lo dan, por un lado, el vestido rojo que porta la protagonista, y el verdugo situado en la parte alta con su hacha brillando en un ambiente apenas iluminado.

Por lo tanto, "menos es más"  que decia el gran arquitecto Mies van der Rohe, se ha vuelto a conseguir.



29 de enero de 2013

"La ignorancia es atrevida"

Recientemente leí un artículo en un diario en el que un directivo de una gran compañía discográfica (que en los últimos años absorvió a algunos de los más importantes sellos del siglo XX) opiniaba sobre la situación actual y futura de la "música clásica".
Según como se lea, puede tener razón o no, como todo en esta vida. 
Por mi parte, considero que su visión del mundo de la música clásica es hasta cierto punto acertado, teniendo en cuenta que siempre ha estado asociado a la élite social. La historia nos demuestra que el ARTE en general, ha estado muy cerca del poder económico.
No voy a entrar en una descipción pormenorizada sobre la relación ARTE-DINERO.
El caso es que, en la actualidad, la música en general viene sufriendo un descenso muy considerable de sus ventas. En los inicios de este proceso se atribuyó al mal uso de los programas de intercambio de archivos en la red, que permiten a cualquiera de nosotros disponer de grabaciones bajo el módico precio de ... nada. Es decir, una vez más se ha hecho un mal uso de un medio de transmisión y comunicación.

En concreto, la música clásica ha visto reducida su producción de nuevas grabaciones comerciales en un número bastante importante. A esto hay que añadir, que la oferta "en vivo" se ha incrementado ante un aumento también considerable del número de profesionales que se dedican a ello y al número de salas que se han construido, con la buena intención de contribuir a la difusión del arte musical. Otra cuestión es mantener llenas esas salas con programaciones atractivas como para que se completen los aforos, dada la situación económica actual y en las "penalizaciones" económicas que se están poniendo para poder adquirir entradas para espectaculos culturales.

En contraposición a este crecimiento que ha supuesto, de alguna manera, la popularización del género musical, se ha dado un fenómeno que viene comentándose desde hace muchos años. Yo pertenezco a la generación en la que todavía se estudiaba música en el colegio, y aunque no fuera una asignatura importante dentro del planteamiento general de la enseñanza, complementaba a las asignaturas de Humanidades como eran las Ciencias Sociales y las ciencias Naturales, por poner algunos ejemplos.

Para alguien como yo, a quien desde mi infancia, la música ejerció una fascinación tan grande, que te enseñen a tocar un instrumento, por simple que fuera, y que además te ilustren en la Historia de la música, contribuye que crezca un interés cada vez mayor por saber y disfrutar de una forma de arte que te enriquece.

Mi caso no es el único, y he conocido a varias personas, relacionadas con el mundo de la música, a quienes les ha ocurrido algo similar.

Por desgracia, la educación musical en los colegios ha perdido el peso que tenía, y para aquellos que quieren dedicarse profesionalmente a esta actividad les supone un esfuerzo tremendo no solo a nivel económico, sino intelectual, encontrar una formación adecudada. Si para ellos es difícil, para los aficionados que desean ilustrarse es bastante más complicado ante la escasez de medios divulgativos para poder satisfacer su deseo formativo.

La opinión de este directivo creo que no es acertada, ya que viniendo de alguien que se ha dedicado al mundo de la música pop, en la que el número de ventas de un producto musical establece su ¿calidad?, y sobre todo su capacidad de dar beneficios económicos, no me parece acertado que aplique el mismo criterio de manera tan absurda al mundo de la música clásica, principalmente por varias razones:

Por una parte, debería ser consciente de que la música clásica está dirigida a un público distinto, que tiene una sensibilidad especial. No es lo mismo escuchar un fragmento de una obra de Beethoven, que un fragmento de una canción pop.

Por otra, también, debería de ser consciente de lo comentado anteriormente en cuanto al peso de la educación musical en la formación. Si no se fomenta el conocimiento de una materia, no se crea interés por crecer en la misma. Todo lo que no se conoce, se suele marginar.

Así mismo, no cuesta lo mismo grabar un disco de un cantante actual, que una sinfonía o una ópera, por lo tanto, si nos referimos a términos económicos, la música clásica es más cara, cosa que ya repercute en los aficionados, puesto que las grabaciones de música clásica no son precisamente económicas.

No se puede opinar alegremente sobre la forma de presentar la música clásica cuando no se conoce, y creo, que el problema de este señor, es precisamente el desconocimiento, lo cual ha producido tamaña osadía.
No se puede interpretar un Requiem de Verdi con los músicos vestidos con camisas de colores, y los integrantes del coro con faldas hawaianas (por exagerar la situación). Está claro que hay intérpretes que se meten al público en el bolsillo no ya por su arte, sino por su carisma. También está claro que algunas formaciones musicales recientes, utilizan algunos recursos para hacer más amenos los conciertos, pero sólo en aquéllos momentos en los que la pieza que se está interpretando lo permite. Ejemplos: sólo hay que ver el Concierto de Año Nuevo en Viena.

Mi opinión es que para que la música clásica tenga más adeptos ha de empezarse desde la escuela primaria, de la misma manera que se fomenta la práctica de actividades deportivas, o el aprendizaje de idiomas. Éstos son ejemplos que bien pueden servir de aliciente, dado el buen resultado que han dado en los últimos años.

11 de octubre de 2012

Ópera en crisis económica.

La Ópera es una actividad artística que engloba varias artes, entre ellas:
  • la lituratura, que es la base para realizar la adaptación musical.
  • la música, con la que el compositor transcribe con más o menos acierto al lenguaje musical la obra literaria.
  • la arquitectura, porque se realiza una puesta en escena y necesita de una ambientación decorativa para situar la acción.
  • la pintura, porque a la arquitectura hay que vestirla con sus mejores galas.
  • el teatro, ya que toda la puesta en escena se realiza utilizando las técnicas de este arte.
  • la moda, para vestir a los intérpretes de forma más o menos acorde con todo lo anterior.
Para dar vida a un montaje operístico tiene que haber un gran equipo de personas, cada una de ellas especializadas en un materia concreta, que trabajando juntas, colaborando conjuntamente, consiguen poner en movimiento toda la maquinaria que hace que los espectadores que nos sentamos en la sala, podamos disfrutar de una dosis de arte en tiempo real.

¿Es viable una programación de ópera en tiempos de crisis?
Si se prepara una programación atractiva que contenga títulos de los llamados "de repertorio" que fomente que los teatros se llenen reponiendo producciones, seguramente no resultaría muy difícil lograr que una temporada sea viable. Si a eso le unimos la negociación con los principales protagonistas de las producciones, que no siempre sólo son los cantantes, para que los honorarios se ajusten al máximo, el éxito está asegurado.

Si de por sí, la ópera tiene colgado el "sanbenito" de elitista, es el momento idóneo para rebajar los precios de las entradas, ya que si se echa mano de producciones ya vistas en temporadas anteriores, y la inversión para la reposición no implica un desembolso económico en la misma cuantía que se necesita como cuando se origina la producción. Ésta puede ser una oportunidad para incorporar nuevo público, ya que los espectadores que vieron la producción original en la temporada de estreno, seguramente no quieran volver a pagar una entrada para ver la misma puesta en escena.

Indudablemente habrá quien piense que en una situación económica precaria no se justifica que se mantenga una representación artística que necesita de unos recursos económicos que pueden destinarse a políticas más urgentes, principalmente sociales. No voy a ser yo quien diga lo contrario, pero sí añadiré que la cultura también sabe adaptarse a las circunstancias en situaciones críticas.

Cualquier manifestación cultural puede llevarse a cabo con los medios mínimos necesarios para que el resultado se satisfactorio. Sólo es necesario poner en marcha todos los recursos que nos permitan analizar de manera objetiva si es imprescindible la utilización de algún elemento para poder realizar la producción, y realizar una análisis exhaustivo de todos aquellos elementos que resulten superfluos y sean prescindibles, sin que la producción resulte incompleta. Es difícil llegar a ese equilibrio, pero para eso se exige un esfuerzo adicional.

Recientemente el actual director del Teatro Real se ha quejado públicamente de que esta institución se encuentra a niveles comparables a los grandes teatro europeos pero con unos recursos económicos muy inferiores a los que manejan esos mismos teatros. Seguramente le hubiera gustado llevar a cabo una temporada más ambiciosa para el Teatro Real, y supongo que es consciente de que actualmente se encuentra en un país que está soportando una crisis económica de gran envergadura, y que si se informa todos los días, verá que afecta a todos los sectores de la sociedad, y no por ello la ópera debe quedar exenta de las restricciones económicas.

En Madrid, debido a que su afición es muy conservadora, quizá el proyecto modernizador que pretende implantar el Sr. Mortier añadiendo repertorio contemporáneo al ya existente, ha llegado en el peor momento y que por lo tanto deberá ser paciente y adaptarse a las circunstancias y poner en modo pausa el proyecto modernizador, o sino, desarrollarlo en un plazo de tiempo más largo.

29 de diciembre de 2010

Los Preludios.- La Traviata - Giuseppe Verdi

Como ya he comentado en otras ocasiones, "La Traviata" es mi opera favorita, obra de una sensibilidad extrema y exquisita en cuanto al mensaje musical que transmite toda la partitura.
Esta obra tiene dos preludios u oberturas. Estos sirven para introducir al oyente en la ambientación general de la obra y generalmente se componen con algunos de los temas principales que escucharemos a lo largo de la representación.
Imaginad por un momento que vais a la Opera provenientes del trabajo, utilizando el transporte publico, o en el automóvil y pasáis un buen rato intentando encontrar aparcamiento. Entráis deprisa en el teatro y cuando os sentáis en la butaca seguís sintiendo el murmullo del resto del publico y empezáis a repasar mentalmente donde habéis dejado las llaves, si habéis apagado el teléfono, etc.
De repente, las luces bajan, y sale el director a presentar a la orquesta. Se inicia la función y comienza a sonar la música.
No será lo mismo ver "El barbero de Sevilla", que "El Oro de Rhin" o "Anna Bolena".
Como ya comentamos, La Traviata, esta inspirada en una obra de Alejandro Dumas, que se titula "La dama de las camelias" en la que se narra el desdichado amor de Marguerite Gaultier, una joven cortesana parisina de mediados del siglo XIX. También se apunta a que fuera el
propio autor quien narrara un amor de juventud y que el protagonista masculino de la obra fuera el propio Dumas.

Bien, nos sentamos en la butaca y comienza a sonar la música.

Los violines llevan la voz cantante con una suave melodía que de repente nos hace olvidarnos de todas esas cuitas que ocupan nuestra mente y nos transportan a un lugar donde parece que la serenidad lo inunda todo, a un lugar en penumbra, un amanecer o un anochecer, con una suave brisa que nos acaricia y que nos conmueve. Un escalofrío nos recorre el cuerpo. Y de repente nuestra mente se queda en blanco, la melodía nos ha atrapado, y nos dejamos llevar al lado de Violetta Valery.

Franco Zefirrelli consiguió dar vida a esta sensación de manera magistral en su versión cinematográfica dandonos un paseo por el Sena al amanecer y seguidamente nos introduce en casa de Violetta Valery en donde varios hombres están recogiendo sus pertenencias.

En el preludio/obertura del primer Acto, escuchamos el tema principal (el famoso leitmotiv que utilizó Richard Wagner hasta la saciedad)... lo escucharemos más al final del Primer Acto cuando Alfredo dialoga fuera de escena con Violeta "Amore palpito, del universo..." y al final de la Primera Escena del Segundo Acto cuando Violetta huye de los brazos de Alfredo "Amami Alfredo, amami quant' io t'amo"...

En este vídeo podemos escuchar a la Orquesta Filarmónica de Berlin dirigida por Carlo Rizzi, con la puesta en escena de Willy Decker durante las representaciones del Festival de Salzburgo en 2005.


En esta producción el regidor da una gran importancia al tiempo, por ello, durante toda la representación aparece un reloj en escena que le recuerda constantemente a Violetta el poco tiempo que le queda.

En el Tercer Acto, Violetta cae enferma de gravedad después de haber sido insultada en público por Alfredo, quien no acepta su generosidad y le echa en cara que halla perdido todo su patrimonio por mantenerle alejado de la vida ociosa de París.

El preludio se inicia con los mismos compases que en el Primer Acto, volvemos a la atmósfera de la casa de Violetta, después de haber terminado el Segundo Acto, en casa de su amiga Flora Bervoix. Pasamos de una gran escena con un gran volumen musical, a una casa en penumbra, y solitaria, donde sólo se encuentran Anna (la sirvienta) y Violetta. La música nos devuelve a ese lugar solitario, nos envuelve y nos transmite la fragilidad de la protagonista. La melodía, según va desarrollandose, se vuelve más dramática, nos indica que Violetta está mal, que está desesperanzada, y que sólo espera el final. Sólo hay un atisbo de esperanza cuando aparece un pequeño fragmento que posteriormente aparecerá, en el diálogo con el Doctor Grenville, refiriéndose a la religión:
"Soffre il mio corpo, ma tranquilla ho l'alma.
Mi confortò iersera un pio ministro.
Religione è sollievo à soffrenti."

"Mi cuerpo sufre, pero mi alma está serena.
Ayer tarde me consoló un sacerdote.
La religión alivia los sufrimientos"
El siguiente vídeo pertenece a la misma producción, donde se puede apreciar la diferencia entre los dos preludios.



Es curioso, que Giuseppe Verdi, agnóstico confeso, atribuyera ese carácter "redentor" a la religión. Seguramente tuvo que ver todo el tiempo que pasó durante su juventud en contacto directo con la liturgia eucarística durante su aprendizaje como organista en su Busetto natal.


14 de noviembre de 2010

Shirley Verret: Dalila, Lady Macbeth, Isolda, Azucena, ...

Si hace apenas un mes, Dame Joan Sutherland falleció en su casa de Suiza, como consecuencia de las secuelas de una caida, esta semana se fue otra grande: Shirley Verrett.

Shirley Verrett fue una de las grandes mezzo sopranos del siglo XX. Algunas de sus interpretaciones han quedado como referencia dada la enorme calidad de algunos de los personajes que representó en todos los grandes teatros. Fue una cantante "todo-terreno". Cantó papeles dramáticos de Mozart, Rossini, Donizetti, Bellini, Berlioz, Purcell, Verdi, entre otros e hizo incursión en Wagner, interpretando su Isolda (1977)




Cantó la Dalila de Camille Saint-Saens, como nadie, y pobre del Sansón que tuviera cerca, porque le seducía en cuanto declamaba su "Mon coeur s'ouvre a tua vois" con esa voz tan carnosa, profunda y sensual, ese punto de oscuridad que la hacía tan irresistible al Sansón de turno.



Su voz era muy potente, su dicción muy clara tratándose de una cantante norteamericana, y su bis dramática muy lograda.

A pesar de ser una mezzo, cantó varios papeles de soprano, destancando en algunos de ellos como Lady Macbeth, en la famosa producción de La Scala de Milán, junto a Piero Capuccilli, bajo la dirección de Claudio Abbado en 1975




Os dejo con el dúo final de "Il trovatore" entre Azucena y Manrico, con ella y Luciano Pavarotti